
Rechaza todo lo que no necesites, reduce lo que crees que necesitas, reutiliza lo que consumes, recicla lo que no puedes rechazar, reducir o reutilizar y, finalmente, utiliza el resto para hacer composta. Esas son, en resumidas cuentas, las premisas que guían la vida de Bea Johnson y la gente que, como ella, cree que una vida sin residuos es la mejor manera de preservar el medio ambiente, mejorar la economía familiar y ciudad la salud. En definitiva, disfrutar de una vida más plena, centrada en vivir experiencias y no es poseer “cosas”.
Si bien todo esto podría parecer demasiado complicado, caro, austero… más propio de un ermitaño apartado del mundo que de un miembro de la sociedad contemporánea, precisamente el éxito del trabajo de Johson tiene que ver con que la autora ha logrado acabar con todo tipo de mitos y prejuicios sobre la posibilidad real de reducir nuestros residuos al máximo.
Desde evitar a toda costa el plástico (bolsas de un solo uso, embalajes, etc.) hasta comprar a granel y almacenar en contenedores de vidrio, telas de origen vegetal o metal, las sugerencias de la autora enfatizan en la viabilidad de un estilo de vida que ella misma practica. En otras palabras, Bea Johnson predica con el ejemplo.

"Para los teléfonos móviles y otros aparatos electrónicos irreparables, participa en alguna campaña de reciclaje de deshechos electrónicos, como la que organiza el Instituto Jane Goodall, movilizateporlaselva.org/ca/..."
Incluso, en la página 215 de su libro, Johnson invita a sus lectores a sumarse a iniciativas como la campaña “Movilízate por la Selva”.
A primera vista, un estilo de vida “residuo cero” puede parecer una auténtica utopía, pero gracias a personas como Bea Johnson ha quedado demostrado que es, simplemente, una cuestión de voluntad.